¿Es peligroso el ejercicio?

Cuando quieres iniciarte en el fitness no paras de escuchar el mismo consejo: "simplemente empieza".

Pero ¿de verdad es tan simple? O lo que en el fondo te preocupa: ¿y si me hago daño? ¿Es peligroso el ejercicio?

El movimiento tiene menos riesgos que el sedentarismo, pero no es descabellado albergar dudas. Es natural acercarse con cautela a lo desconocido.

Vivimos bajo la influencia del mecanicismo del siglo XIX, que entendía el cuerpo como una máquina con engranajes, raíles y poleas que deben ser manipulados de una forma determinada. Pero hoy sabemos que esto no funciona así.

Por lo tanto, ¿es peligroso el fitness? La respuesta sencilla es que no lo es per se. La respuesta matizada es que, como todo en la vida, puede tener riesgos si se hace mal. ¿Cómo iniciarse en el ejercicio de forma segura?

Es lógico que si nunca has hecho deporte no sepas distinguir la prudencia de las chorradas. Y no es positivo que te enfangues en una investigación exhaustiva que te llevará a la parálisis por análisis. Recuerda, hay que empezar en algún momento.

Los siguientes principios te servirán de brújula.


Evita el dolor

Este concepto lo repetiré mucho porque lo considero fundamental para el fitness: no te hagas daño. El ejercicio, como casi todo, no está exento de riesgo. 

Si no sabes por dónde empezar y estás indagando y aprendiendo, la regla de oro es recibir un impacto positivo o, al menos, neutral. O te sientes mejor con el tiempo o te quedas como estabas, pero nunca peor.

Si haces deporte porque te duele la espalda ésta debería dolerte menos o, en el peor de los casos, lo mismo que antes. Si tu dolor empeora es señal de que debes cambiar tu enfoque.

Esta norma te ayudará a orientarte. Si un ejercicio causa dolor, evítalo o busca variantes. Lo que requiera esfuerzo pero no duela es lo que puedes repetir y ampliar, añadiendo dificultad progresivamente. 

Aprende a distinguir la incomodidad del dolor. Cuando recién empiezas es fácil que una respuesta natural al esfuerzo físico te inquiete o incluso te asuste, porque tu cuerpo y tu cerebro están desacostumbrados.

Lo idóneo para avanzar con seguridad es hacerlo poco a poco. Experimenta con pequeños esfuerzos y de esta forma, si aprietas demasiado, el impacto será más llevadero. Con tiempo y costumbre los límites de tu cuerpo se expandirán. ¡La sensación es irrepetible!

Minimiza el impacto

Cuando un personaje decide ponerse en forma en una película, lo primero que le vemos hacer es running. En general, correr es la alternativa estándar de iniciación para muchas personas, porque es muy inmediato (te pones las zapatillas y sales) y porque universalmente "ejercicio" se asocia a "carrera". Es lo que vemos en la tele.

Sin embargo, el running puede tener una mayor influencia negativa en las personas sedentarias, sobre todo las que padecen sobrepeso, ya que implica un impacto persistente en las articulaciones (principalmente las de rodilla). Correr es también agresivo para el sistema cardiorrespiratorio y necesitas acostumbrarte.

¿Correr es malo? No. La clave está en el grado. El estímulo, de hecho, es beneficioso para las articulaciones. Evolucionamos para movernos en el mundo, no para encogernos asustados en un rincón. Por eso no hablo de "evitar" sino de minimizar el impacto.

Si padeces obesidad es mejor que esperes a perder algo de peso antes de salir a correr. ¡Pero mientras tanto puedes caminar! Tus articulaciones se irán adaptando, tu corazón se fortalecerá y obtendrás otros beneficios como recibir sol y viento en tu piel o contactar con espacios naturales. A medida que tu composición corporal cambie, camina más deprisa o corre.

¿Y si estoy enfermo o temo estarlo?

El ejercicio debe enfocarse de forma diferente cuando se sufren patologías o condiciones especiales de salud. Saber si es tu caso es imposible sin conocer tu situación particular, pero en general creo que nunca se es demasiado precavido.

Si tienes sobrepeso, si te duelen mucho las articulaciones, si te mareas o crees que eres propenso a cardiopatías (por antecedentes familiares, por ejemplo) no es mala idea consultar con el médico antes de hacer ejercicio intenso.

Otros profesionales que te pueden ayudar son el fisio o un entrenador personal cualificado, si económicamente te lo puedes permitir. Cada vez hay más preparación y gente con ideas innovadoras.

Es natural tener miedo, pero no dejes que te domine. Incluso si tienes una patología, puedes conseguirlo. Apenas debes adaptar el ejercicio a tu situación y a tus características. Recuerda: lo que estás haciendo es bueno para ti.

La evidencia apunta a que para las personas que sufren problemas de salud crónicos el ejercicio es una ayuda, no una amenaza.

No te desesperes

Como todas las cosas buenas, el fitness requiere esfuerzo. No es un camino fácil y tendrás altibajos. Alguna vez te harás daño o te pasarás de la raya y te encontrarás regular al día siguiente. Utiliza cada bache para aprender y mejorar. Incide en lo que funciona y adapta lo que se sienta mal. Busca nuevos caminos para llegar a tus objetivos.

No te compares. Vas a ver a un millón de influencers que hacen movimientos imposibles con un montón de impacto y ni pestañean, y te hablan de lo fácil que es conseguirlo y vivir sin dolor. Pero tú eres tú. Y ni siquiera sabes si es verdad que a ellos no les duele nada. Solo ves un vídeo en Instagram, eso es todo.

Céntrate en tu persona, en tus sensaciones y en progresar de forma segura y constante. Con el tiempo entenderás mejor a tu cuerpo, sabrás cómo te afecta cada ejercicio y cómo mejorar. Lo más dañino, tenlo presente, es no moverse nunca.

No tienes prisa. Recuerda, este viaje dura toda la vida.

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